En tu cielo olvide mis alas y me hice esclavo
tuyo
fugitivo de mil cielos me refugie en la tierra de tu mortandad,
hice de tu mentira mi calvario sin rezos
y de tu verdad mi verdugo en la sentencia de mi hastío,
sometí mi perdón a los pies
fugitivo de mil cielos me refugie en la tierra de tu mortandad,
hice de tu mentira mi calvario sin rezos
y de tu verdad mi verdugo en la sentencia de mi hastío,
sometí mi perdón a los pies
de tu culpa
y sobre la obsecuente noche sin lamentos escribí mi renuncia,
deje la eternidad de una promesa por la vanidad de un suplicio
arrancando espinas a las dolencias de tus caricias sin flores.
Era de metáfora mi letra y de lamentos tu lectura
haciendo prosas que levantaban imperios de ruinas poéticas,
es que no había lugar para la pobreza del pecado
y solo la riqueza de lo prohibido era la paga a un alma mercenaria,
secuestrabas mi pureza en la nostalgia de tu majestuosa belleza
y dabas muestras de vida despedazando mi presente...
solo el tiempo sabía que no era humano mi deseo
pero se volvía de carne y hueso el amor que tropezaba con tu ego,
caminaba dormido sin pasos en el abismo de tu olvido
y sobre las playas de tu desprecio me sentaba a espera tu rechazo,
no era víctima de ti sino más bien de mi mismo
pero renunciar era más tortuoso que esperar la daga de tu beso.
Y deshoje cada verso en el vértigo de enamorarme...
sostuve un ramo de cordura marchito en el altar de tus falsedades
y mendigando risas acobije mi triste existencia de cuarto menguante,
olvide mi plegaria al Dios de las oportunidades
y aun siendo ateo de tu amor le rece a tu caricia fría de inviernos,
hice de mi sol la escarcha sobre mi vuelo
y con el aire congelando mi suspiro me arroje al mar de tu adiós,
las olas de tu perfección inventada golpeaba con furia mi calma
clamando por soledades que no soltaban la mano de mi asfixia.
Solo la penitencia de tu orgullo alimentaba mi hambruna
y mientras se desnutría mi fe tu silencio comía de mi muerte,
bebiste hasta la última gota de mi amor ciego y resignado
y cuando secaste mi cántaro de aceptación sepultaste mi nombre.
Ya nadie recordara que las promesas son el valor del alma
y en el olvido de un sacrilegio será la culpa quien agonice sin pena,
serán pensamientos equívocos quien aletarguen tu remordimiento
mientras la ultima plegaria se suicida en tus manos vacías.
En tu cielo olvide mis alas y me hice esclavo tuyo...
y sobre la obsecuente noche sin lamentos escribí mi renuncia,
deje la eternidad de una promesa por la vanidad de un suplicio
arrancando espinas a las dolencias de tus caricias sin flores.
Era de metáfora mi letra y de lamentos tu lectura
haciendo prosas que levantaban imperios de ruinas poéticas,
es que no había lugar para la pobreza del pecado
y solo la riqueza de lo prohibido era la paga a un alma mercenaria,
secuestrabas mi pureza en la nostalgia de tu majestuosa belleza
y dabas muestras de vida despedazando mi presente...
solo el tiempo sabía que no era humano mi deseo
pero se volvía de carne y hueso el amor que tropezaba con tu ego,
caminaba dormido sin pasos en el abismo de tu olvido
y sobre las playas de tu desprecio me sentaba a espera tu rechazo,
no era víctima de ti sino más bien de mi mismo
pero renunciar era más tortuoso que esperar la daga de tu beso.
Y deshoje cada verso en el vértigo de enamorarme...
sostuve un ramo de cordura marchito en el altar de tus falsedades
y mendigando risas acobije mi triste existencia de cuarto menguante,
olvide mi plegaria al Dios de las oportunidades
y aun siendo ateo de tu amor le rece a tu caricia fría de inviernos,
hice de mi sol la escarcha sobre mi vuelo
y con el aire congelando mi suspiro me arroje al mar de tu adiós,
las olas de tu perfección inventada golpeaba con furia mi calma
clamando por soledades que no soltaban la mano de mi asfixia.
Solo la penitencia de tu orgullo alimentaba mi hambruna
y mientras se desnutría mi fe tu silencio comía de mi muerte,
bebiste hasta la última gota de mi amor ciego y resignado
y cuando secaste mi cántaro de aceptación sepultaste mi nombre.
Ya nadie recordara que las promesas son el valor del alma
y en el olvido de un sacrilegio será la culpa quien agonice sin pena,
serán pensamientos equívocos quien aletarguen tu remordimiento
mientras la ultima plegaria se suicida en tus manos vacías.
En tu cielo olvide mis alas y me hice esclavo tuyo...
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